jueves, 2 de enero de 2014

Montaña

Cuando nos fuimos queríamos cambiar el mundo. Nuestro mundo. Nos fuimos casi sin pensar.
Cada año que pasaba me molestaba más el verano, pero no significaba que no me gustara. Me trajiste a vivir un invierno permanente, a una postal maravillosa, donde el tiempo no pasa.
Nos despojamos de la mayor cantidad de tecnología posible. Ahora yo llamándote porque las nenas te extrañan. Yo también te extraño, ¿cuándo vas a volver?
-No sé, las reuniones con el comité están poniéndose difíciles.
Esos ideales pelotudos, a la edad que tenemos podríamos estar disfrutando de ver crecer a nuestras hijas libres, como queríamos nosotros. Pero ahora, ahora que nosotros teníamos que irnos para vivir nuestra vida, vos sos el que se tiene que ir para vivir la tuya.

A veces no se si esto lo tenias planeado o realmente te surgió cuando empezaste a dar clase en las escuelitas de acá.

Y yo cosiendo. Haciéndole de comer a tus hijas que no paran de preguntarme a donde estas. Yo quería varones.
Me dejaste con dos hijas y tu perra. Menos mal que traje a mi gato.

Los días se hacen interminables, vas a volver para volver a irte. Sos un ídolo para ellos, sos ausente en tu casa.

Me vine al culo del mundo a casarme con vos con 21 años Andrés, ¿en qué carajo estaba pensando, me querés decir?
Pero yo se en que pensaba. Pensaba en el amor que te tenia, en el mismo que tengo ahora por vos, porque te amo como el primer día que te ví. Ese día ya supe que te amaba. Vos también.”Porque la flaca dice” “por que la flaca esto” todo el día hablando de mi, eso era lo que decían tus amigos; Ahora gracias si te escucho la voz por teléfono, pero para eso me separaste del mundo, para hacerme morir de apoco, con agonía.

Fue todo tan rápido; nosotros llegando con una mano atrás y la otra adelante. Nuestra casa, tan jóvenes, nos casamos, quede embarazada de Amandla, nunca te ví tan feliz, dos años mas para Aurora. Nunca me voy a olvidar tu cara, me hacías feliz de verte así. Mis niveles de amor no habían alcanzado esos cánones, me hacías feliz y yo a vos.
Vos a mi edad estabas descubriendo el mundo con una pendeja y dos nenas, y yo a esa misma edad estoy sola, en el medio de la montaña, con dos hijas que extrañan a su padre, una perra que llora, un gato que me seca las lagrimas a la noche cuando el día pasa y vos no volvés.

La vida de uno no gira en torno a la de otro, pero eras mi sol. Y me dejaste la luna Andrés, me dejaste a oscuras con todo esto. Y a veces te apoyo, a veces estoy de buen humor, ¿soy egoísta? ¿Eso es?...
El choque repentino con la piedra gélida y filosa.

Nos animamos a tirar mi medicación a la basura. Los dos íbamos a poder con esto. Los cortes y las magulladuras eran cada vez más fuertes y profundos, yo caía, no sé a donde.

Te ví entrar por esa puerta de roble, las nenas salieron a abrazarte, la perra.
El gato quedó mirando por la ventana. Lloraba, en su forma gatuna. Lloraba a su madre simbólica. Me prometiste que ya no ibas a volver, bueno, yo tampoco.

Me encontraron a los 3 días. Me reconocieron por el pelo. Era la única en todo el pueblo con ese rojo furioso.
Te ví llorarme. Ya sé que vos me amabas igual que antes, que nuestras hijas fueron lo más hermoso que me paso, que nos paso. Pero dejar un enfermo solo… Andrés, ¿en serio pensaste que podía?