lunes, 4 de enero de 2010

Un Planeta llamado 'Lig van die Siel'-Chapter three-♫

Salimos para el Hifadhi, yo corriendo y mis tías volando sobre mí.
Cuando llegamos nos dejamos caer en la hierba y descansamos mirando las copas de los arboles. A mí me encantaban los ombúes dorados, con sus maravillosos troncos color petróleo. Mis tías preferían los lerk, que son como los alerces de la Tir (la tierra), sus troncos son marrones, y su follaje perfectamente rosadas. De pequeñas jugaban carreras para ver quien llegaba antes a la copa, al ser estos tan altos.


Mientras nos perdíamos en las copas de los arboles, percibí una luz celeste que irradiaba en el parque. Me quede con la boca abierta al ver la magnitud de esa presencia.
Drucila Golauglas, fácilmente estaría por el metro setenta y cinco, y se veía tan o más maravillosa que los recuerdos que me quedaban de su madre.


Mis tías agitaban sus brazos y alas para llamarla. Cuando llego la recibimos calurosamente, pero el tenerla tan cerca no dejaba de hacerme pensar en la decepción, ya que yo no salía de mi metro y medio, gracias a que mi especie no crecía mucho más que eso. Y yo que pensaba que era alta… por supuesto, comparándome con los diez centímetros que les llevaba a mis tías…en fin.
Al verla me regalo una hermosa sonrisa blanca y brillante, y me abrazo con fuerza.


Nos dirigíamos a los teppiches caminando, mientras nos contaba de su familia, y de cómo iban las cosas por el Napsugar Orok.
-Goddag, hay algún teppiche que sea suficientemente grande como para que viajemos nosotras cuatro, Gamle?, dijo Gini al viejo mand (hombre) que cuidaba los teppiches desde antes que yo naciera.


Como no había quedado ninguno tan grande, dado que esa tarde había habido nies (personas) que habían salido a recorrer el Lig desde temprano, tuvimos que subirnos en dos teppiches, yo me fui con Dru en uno mediano, y mis tías se subieron en uno más pequeño, ya que ellas eran mas pequeñas que nosotras.

Y he aquí el origen del origen. Desde el momento en el que puse mis pies sobre esas plantas, supe que había algo.
Y en el momento en que alguien sabe que hay “algo”, ese mismo “algo”, no es común.
¿Porque?
Porque es el punto en el que alguien deja de ser un simple mortal, porque algo lo incluye, lo hace ser parte de algo. Para bien o para mal. Algo que se puede convertir en la llave que abre muchas puertas, incluso la llave de uno mismo.
El hecho de que Dru haya venido desde su planeta a visitarnos, o a visitarme mejor dicho, no era simplemente porque nos extrañaba, y justamente no había sido una casualidad, sino más bien una causalidad que no hubieran teppiches como para transportarnos a las cuatro.


Es inexplicable, pero lo supe.

Algo estaba por empezar, y lo peor era que no tenía la menor idea de que se trataba.

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