sábado, 14 de diciembre de 2013

Ojitos de Botón

Cuando Yera  conoció a Gael tenían 21 y 23 años. Se conocieron porque la vida quiso, y no tuvieron una relación como cualquier otra.
Yera se fue deslumbrando con Gael casi sin darse cuenta. Gael se deslumbró con Yera desde el primer día que la vió. Eran dos perfectos opuestos. Se veían a veces, y hablaban un poco. Y alguna vez se juntaron a tomar gaseosa y comer alfajores, esas noches en las que Gael se antojaba de ir a la plaza a escuchar música y comer.

Un día, mientras viajaban en colectivo, Gael le robó un beso a Yera, y ésta no pudo pensar. Solo supo que ese beso, tímido, y atrevido, había sido uno de los besos mas hermosos que le habían dado en mucho tiempo.
Entre ellos había algo, algo que no combinaba, y que los atraía a uno con el otro.

El invierno que pasaron juntos fue un respiro en la vida de Yera. Esa bocanada de aire fresca que te pega en la cara cuando estas sofocado. Yera no sabía la magnitud de los sentimientos que tenía hacia Gael.

No se hablaban con demasiada frecuencia, Gael era muy disperso, pero Yera siempre lo tenía en su cabeza. Gael sentía que no merecía estar con Yera, que ella necesitaba un hombre más conveniente para ella y su vida, y sus proyectos. Yera  le dijo que él no quería que ella lo quisiera, pero si que se querían, ambos, porque, extrañamente, se gustaban como eran, aunque les hubiera gustado que otras cosas fueran distintas, ellos solamente se volvían Yera y Gael cuando estaban juntos, el mundo solo los contenía a ellos. 

Gael hablaba mucho, siempre contaba historias de la calle, y Yera lo escuchaba y se reía con sus relatos. Cuando dormían juntos, Gael era tan delgado, que Yera podía sentir su corazón fuerte, palpitando en su pecho, y pegándole en su espalda. Siempre pensaba que iba a salírsele del cuerpo, y era raro, pero era hermoso, porque podían dormir en una cama pequeña o grande, pero Gael siempre la abrazaba, le gustaba sentir la piel de Yera, porque decía que era suave. Le gustaba invitarla a comer pizza, aunque Yera nunca tenía hambre. A ambos les gustaba comer snacks cuando volvían de pasear. Lo que mas sorprendía a Yera, era que él siempre la encontraba bonita. Y ella a él siempre lo veía… ¿Cómo lo veía Yera a Gael? No sé como lo veía, pero le gustaba su pelo, le gustaba su boca carnosa, su nariz grande, su manera de expresarse, a veces tosca, le gustaba que fuera tan dulce, a su manera, y sobre todo, que la hiciera reír.

Gael no era un chico común. Él se expresaba de la manera que le surgía en el momento, y Yera sabía interpretar eso, y la emocionaba. A veces lo veía inalcanzable, pensaba que él no querría estar con una chica como ella. Quizás a los dos les daba la misma inseguridad. Yera a veces lo miraba con cara de enamorada, Gael a veces aparecía de sopetón y le daba un beso o la sacaba a bailar delante de otras personas, y eso era un halago, y Yera lo sabía, el le expresaba su cariño delante de otras personas, y no le importaba que dirían, y la hacia feliz.

Es difícil precisar el día en que se empezaron a distanciar… no se sabía bien porque, solamente pasó, y no era por nada en particular entre ellos, solo pasó.

Al cabo de un tiempo, Yera supo que Gael estaba de novio. Y sonrió. Se sintió feliz por él, pero luego de haber dado vueltas en su cabeza no menos de cien veces la noticia, de querer saber porqué, quién era la chica, si era más linda, más joven que ella. Y le dió bronca, pero la bronca pasó, como pasaron todos esos meses desde que se conoció con Gael hasta que dejaron de verse.

Yera busco la forma de volver a hablar con Gael. Siempre lo había hecho, quizás no resultaría tan extraño. Le dijo que se había enterado de su relación, y que se sentía feliz por él, Gael le agradeció, y por unos meses ya no volvió a verlo; pero un día, sin esperarlo, apareció… y su corazón se llenó de felicidad, sincera, y de un amor que era destinado sólo para él, y lo abrazo, y le dijo que lo había extrañado. Él le pidió prudencia, por su nueva pareja, de igual modo Yera jamás le hubiera faltado el respeto, pero asintió comprensiva, y conoció a su novia, y la saludo, con una sonrisa, esas sonrisas gigantes que Yera sola podía dibujar en su rostro, y se presento con ella, como una amiga de Gael, y se sintió bien por él, y lo vió bien, lo vió contento, y ella se sintió feliz
.
Una vez más el tiempo pasó, y una noche, en compañía de copas, le dijo que lo extrañaba; entre ellos jamás se habían dicho cosas semejantes. Le pidió disculpas por decírselo, y le expresó que no era su voluntad generarle un mal momento, por su pareja, pero que se había encariñado con él y necesitaba decírselo. Gael sonrió, y le contestó que ni siquiera su propia novia le decía cosas tan lindas como lo que ella acababa de confesarle.


Yera se sintió halagada. Y lo siguió extrañando más. Y lo extrañó desde lo mas hondo de su ser, y lo quiso, porque siempre lo había querido, porque en su manera, total y completamente sincera, él la había hecho feliz en los momentos habían pasado juntos, y se dió cuenta que nunca sintió nada tan sincero como lo que sentía por él, y que deseaba profundamente que fuera feliz, y que su pareja lo quisiera y lo cuidara. Yera no sabe si se enamoró realmente de Gael, pero se dió cuenta que nunca había querido de esa manera. Como lo sigue queriendo, y como lo va a querer siempre.


14 de diciembre de 2013. Yana.

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